130 años sin Van Gogh, cuando el biopic llegó a la animación, por Gloria Camarero Gómez

Cómo se hizo 'Loving Vincent', la primera cinta de animación hecha al óleo

El pasado 29 de Julio se cumplieron 130 años del trágico final de Vincent van Gogh y su figura está rodeada del aura de la genialidad, la desgracia y la locura que enmarcaban la incomprensión de su tiempo para con su descomunal talento. El cine, ya reconocido su genio, retrató en varias oportunidades su existencia, pero pocas en total comunión con el hecho cinematográfico como Loving Vincent. 

No era la primera vez que la vida y la obra de Vincent Van Gogh irrumpían en el cine argumental.  Lo había hecho en varias ocasiones y de la mano de prestigiosos directores. Cabe recordar a Vincente Minnelli y El loco del pelo rojo (1956); a Robert Altman con Vincent y Theo (1990); a Akira Kurosawa, el mismo año, con el episodio Los cuervos del largometraje Los sueños; a Maurice Pialat con Van Gogh, de 1991. Bastante después, en 2018, el pintor matérico y cineasta, Julian Schnabel, que ya había acreditado su experiencia en el género, con Basquiat (1996) realizó Van Gogh, a las puertas de la eternidad. Kirk Douglas, Tim Roth, Martin Scorsese, Jacques Dutronc o Willem Dafoe han interpretado al pintor en esos ejemplos de ficción con evidente éxito. 

Pero Loving Vincent es animación y constituye un caso especial, que merece un comentario aparte. Se trata de un filme polaco-británico, escrito y dirigido por Dorota Kobiela y Hugh Welchman, en 2017.  Kobiela tenía ya cierta experiencia en esa técnica y seis años antes había hecho La máquina voladora. Mostró aquí afición por el «cine de raíz pictórica», extendido en la cinematografía de su país y dentro del cual había conseguido el mayor logro Lech Majewski, en 2012, con El molino y la Cruz, cuya narración se desarrolla dentro del cuadro de Brueguel el viejo, Camino del Calvario.

Este trabajo de Kobiela y Welchman rompe moldes. Mezcla actores reales, animación y pintura Se compone de más de 65.000 fotogramas inspirados en obras de Van Gogh.  Cada uno de esos fotogramas son óleos hechos a mano por más de un centenar de artistas diferentes, que desarrollaron el estilo del pintor. Asi, Loving Vincent es la primera película de la historia del cine ejecutada al óleo, el primer largometraje compuesto por pinturas animadas. Su realización fue sumamente compleja. Cada segundo del filme requirió doce de esos cuadros. Los actores se insertaron en los fondos y atrezos pictóricos. Se rodó en Polonia, en blanco y negro y en color. El blanco y negro se utiliza para los pasajes que rememoran el pasado y el color para el resto. De ese modo, se distinguen los tiempos narrativos. 

Todos los personajes que van apareciendo existieron en la realidad y se han dibujado en la obra según los retratos que el creador holandés hizo de ellos. Lo vemos en la imagen del protagonista, Armand Roulin, que era hijo del cartero Joseph Roulin, amigo de aquel durante su estancia en Arles.  La identidad entre el personaje pictórico y el personaje cinematográfico es total y esa semejanza se repite en todas las personas que se presentan en la película, desde el doctor Gachet a Adeline Ravoux.  

Loving Vincent”: pintura viviente en la pantalla grande – Esfera Cultural

Van Gogh. Retrato de Armand  Roulin con 17 años (1888). Museo Folkwang. Essen, Alemania y Armand  Roulin en Loving Vincent


Imaginas que Van Gogh hubiera pintado una película entera fotograma a  fotograma? | TRIBUS OCULTAS

  Van Gogh. Retrato del doctor Gachet. 1890     Doctor Gachet en Loving Vincent

                              

Además, se mueven dentro de cuadros del pintor fácilmente reconocibles por el espectador. El cuadro es el escenario. Así, por ejemplo, el campo que recorre el protagonista es el campo de Cuervos sobre el trigal y cuando entra en un café, es el café de noche de Arlés 

 

        


 Van Gogh. El café de noche de Arlés. 1888. Galería de Arte de la Universidad Yale. USA. 


Loving Vincent en óleos sueña con el Oscar | Segundo Enfoque

Armand  y Joseph Roulin en Loving Vincent


Sin embargo, Loving Vincent es mucho más que un prodigio de técnica y extralimita la mera sucesión de pinturas en movimiento al «estilo Van Gogh» sin contenido temático. Esas pinturas ilustran una historia, que tiene entidad suficiente para ser contada y plantea la subjetividad de la opinión «del otro» ante la misma persona o ante los mismos hechos. Es un argumento repetido, que estaba en Ciudadano Kane y se concretaba en las distintas apreciaciones que suscita la figura de William Randolph Hearst, después de su muerte, por parte de algunos de los individuos que le conocieron.  También en Rashomon el asesinato del samurái se explica de manera distinta según los testimonios de cuatro personas: el del asesino del samurái, el de la esposa del samurái, el del samurái mismo, que habla a través de una médium y el de un leñador que fue testigo del hecho. 

En este caso, el relato transcurre en 1891, un año después del fallecimiento de pintor recreado. Su continuidad se rompe repetidamente con flashbacks, en blanco y negro, que nos llevan a momentos del pasado.  Cuenta que antes de la muerte del artista, había entregado al cartero Roulin una última carta para su hermano Theo y este encarga a su hijo que se la haga llegar. Ese punto de partida argumental no resulta extraño, pues es sabido que la correspondencia entre los hermanos Van Gogh fue una constante, que mantuvieron hasta el final de sus vidas. Vincent escribió a Theo cerca de novecientas cartas, conservadas y publicadas.  Ante dicha situación, Roulin intenta localizar a Theo. Se entera de que ya ha muerto y busca entonces a su mujer con el objetivo de entregarle la carta. Para cumplir con ese objetivo, se entrevista con varias personas que conocieron bien a Vincent en los últimos años de su vida y a los que retrató, como Père Tanguy, que le proporcionaba materiales de pintura; el doctor Gachet, que le trató de su desequilibrio psíquico; su primogénita Marguerite Gachet, o Adeline Ravoux, la hija del dueño de la última pensión en la que habitó Van Gogh y donde murió. Viven en Paris, Auvers sur Oise o Arles. 

Cada una de estas personas que entrevista Armand y que pasaron por la vida del pintor da una opinión distinta sobre cómo era. A sus ojos pudo ser desde un hombre difícil hasta un artista apasionado, pasando por ser un perdedor, un desgraciado o un luchador. Y sobre todo, atribuyen su muerte a distintas causas. Unos entienden que se suicidó, otros que le mataron y otros que se le disparó el arma de manera fortuita, cuando la usaba para levantar el vuelo de los cuervos y pintarlos sobre el trigal. Cobra fuerza la hipótesis del asesinato accidental a manos de su amigo René Secretan, que defienden Steven Naifeh y Gregory White-Smith en su libro Van Gogh, la vida y que también recogía la posterior película de Julian Schnabel, Van Gogh, a las puertas de la eternidad, de 2018.  Pero el suicidio, el accidente o el asesinato por parte del doctor Gachet subyace en otras interpretaciones. El punto final a esta disparidad de opiniones lo pone la canción Starry Starry Night cantada por Lianne la Havas y uno piensa entonces que todo fue posible y también que nada lo fue. La única realidad es la verdad de cada persona y ello lo demuestra el argumento de Loving Vincent, desarrollado en una suerte de animación pictórica, que ha marcado un antes y un después en el cine de animación y en el cine de pintores. 


Con esta publicación damos la formal bienvenida a su autora, Gloria Camarero Gómez, como socia de AEPRECI)