2 dias en San Sebastián, por Pablo De Vita
Al cierre de la presente edición han transcurrido apenas las primeras horas de la 66 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. A la sazón, uno de los más importantes y prestigiosos del mundo e –indudablemente- el más grande de España. También es la gran vidriera del cine latinoamericano y, en especial, del argentino que siempre ha sido una “niña mimada” de este festival.
Ese vínculo indisoluble a dos orillas quedó reafirmado desde la ceremonia inaugural cuando El amor menos pensado brilló como film de apertura sostenido por el siempre magnético Ricardo Darín que, como se sabe, tiene un vínculo profundo con España y especialmente con Donostia que le entregó el Premio a la Trayectoria en la pasada edición. Como pocos afortunados la presencia de Darín se repite en esta edición donde se lo vio muy alegre bailando en la fiesta luego de la gala inaugural que celebró, entre otras cosas, el premio Fipresci al mejor film del año siendo por tercera vez Paul Thomas Anderson aquí con El hilo fantasma. Este año, menos locuaz pero inmensamente famoso, recibió esa distinción el popular actor estadounidense Danny De Vito que recibió su estatuilla minutos antes de la proyección de El Reino, último film de Rodrigo Sorogoyen. Presentado por la periodista Edurme Ormazabal, un clip con anteriores galardonados fue dando el marco perfecto para la ceremonia que también encontró al realizador Juan Antonio Bayona para entregar el lauro e incluso más locuaz que el mismo homenajeado: “Es la primera vez que me piden darle un premio a alguien de mi estatura”, dijo entre las carcajadas generales logrando ser más simpático que el propio humorista quien dedicó el premio “a los fans que van al cine y gastan unas monedas para ver una película en pantalla grande, que es como los directores, productores y guionistas queremos que se vean”, dijo antes de despedirse y agradecer al auditorio el protagonista de Gemelos y Tira a mama del tren!
El Festival de
San Sebastián es de larga y prestigiosa impronta y hoy tiene bien ganado su
lugar en el quinteto de los 5 más importantes del mundo. De momento luego de su
día inaugural están líneas lo encuentran cuando sólo han transcurrido 48hs
desde la gala inaugural. Demasiado poco para hacer un balance pero bastante al
referirse a este encuentro que es descomunal tanto como la máxima figura del
Kursaal donde se desarrolla el epicentro del encuentro. Quienes llegaron en sus
primeras horas fueron Ricardo Darín y Mercedes Morán, Rossy de Palma, Antonio
de la Torre, el mítico guionista de Luis Buñuel Jean-Claude Carriere, Iciar
Bollain, el filipino Brillante Mendoza, Louis Garrel y Laetitia Casta, Bruno
Dumont y Timothée Chalamet. Pero la nube de invitados no se detiene en ningún
momento y las presentaciones tampoco, destacándose en el comienzo la
presentación del mercado del film del Festival de Las Palmas de Gran Canaria.
Desde América
Latina llegaron muchas películas, algunas de las cuales se verán muy pronto en
la Argentina, como Las Herederas, de
Marcelo Martinessi que confirma la vigencia del cine paraguayo y fue presentada
en la inauguración y luego nuestro país completó un lote compacto y prestigioso
con Familia sumergida, de María
Alché, Sueño Florianopolis, de Ana
Katz (luego de su paso triunfal por el último Festival de Cine de
Karlovy-Vary), El motoarrebatador de
Agustín Toscano, luego de brillar en el último Cannes; y la ya muy aplaudida Marilyn de Martín Rodríguez Redondo. En
tanto Benjamín Naishat situó a Rojo
en la preciada Competencia Oficial, espacio en el que otro argentino, Nahuel
Pérez Biscayart, integra el jurado oficial presidido por el exitoso director de
Entre Copas, Alexander Payne.
Películas de jerarquía pueblan diversas secciones como Un asunto de familia, de Kore-eda; Tres caras de Jafar Panahi; Cold
War de Pawel Pawlikowski, por solo citar 3 grandes películas.
De momento la competencia oficial brindó dispares películas pero todas con memorables actuaciones. Desde El amor menos pensado, con un efectivo conjunto actoral que encabezan Darín y Mercedes Morán pero con sus problemas de ritmo en el tratamiento de la historia, pasando por la olvidable The Innocent de Simon Jaquemet pero con el gran protagónico de Judith Hofman; la pirotécnica pero efectiva El Reino, de Rodrigo Sorogoyen con el siempre extraordinario actor español Antonio de la Torre en la piel de la corrupción política española; L’Homme fidele, y la segunda película como director de Louis Garrel que él mismo protagoniza con su esposa la bella actriz Laetitia Casta; Yuli del crédito local Iciar Bollain sobre el bailarin cubano Carlos Acosta; y el territorio de venganza y muerte que plantea Rojo de Benjamín Naishtat con el siempre efectivo Dario Grandinetti. También un film sobre la drogadicción (muy desparejo) pero con otros grandes protagónicos en Beautiful Boy con Timothée Chalamet y Steve Carrell. Aún quedan por verse los trabajos de Claire Denis, Isaki Lacuesta, Naomi Kawase, entre otros. “Si me llamó la atención de San Sebastián la cantidad de gente grande que vive allí”, confirma la periodista Blanca María Monzón, agregando que: “la atención a la prensa es excelente. Tenían detalles de atención que eran formidables. Estaba buenísimo ir allí”. Concurrimos a San Sebastián invitados por Signis (la antigua Ocic), para formar parte de su clásico jurado que, junto con el de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, son dos de los históricos jurados que todos los grandes festivales tienen casi desde un comienzo. Sorprende singularmente que el jurado Signis sea casi ignorado por la organización, pero la calidez de la bienvenida en la Residencia Sagrado Corazón de los jesuitas marcó la diferencia. El diálogo con veteranos jesuitas retirados que allí viven en comunión también con sus recuerdos fue una experiencia añadida a la del festival que vale para una película en sí misma. Aunque sorprenda, el precioso y céntrico edificio donde habitan ante fue una gran sala de espectáculos llamada Teatro Circo, así como el Casino Republicano y el diario liberal La voz de Guipuzcoa. Dos señoras adquirieron el local que ofrecieron a los jesuitas, instalándose en 1898 y colocando la piedra fundamental de la Iglesia contigua a fines de 1902. Tan sólo uno de los muchos rincones históricos de una ciudad emblema de cultura y durante diez días, también de buen cine.
De momento la competencia oficial brindó dispares películas pero todas con memorables actuaciones. Desde El amor menos pensado, con un efectivo conjunto actoral que encabezan Darín y Mercedes Morán pero con sus problemas de ritmo en el tratamiento de la historia, pasando por la olvidable The Innocent de Simon Jaquemet pero con el gran protagónico de Judith Hofman; la pirotécnica pero efectiva El Reino, de Rodrigo Sorogoyen con el siempre extraordinario actor español Antonio de la Torre en la piel de la corrupción política española; L’Homme fidele, y la segunda película como director de Louis Garrel que él mismo protagoniza con su esposa la bella actriz Laetitia Casta; Yuli del crédito local Iciar Bollain sobre el bailarin cubano Carlos Acosta; y el territorio de venganza y muerte que plantea Rojo de Benjamín Naishtat con el siempre efectivo Dario Grandinetti. También un film sobre la drogadicción (muy desparejo) pero con otros grandes protagónicos en Beautiful Boy con Timothée Chalamet y Steve Carrell. Aún quedan por verse los trabajos de Claire Denis, Isaki Lacuesta, Naomi Kawase, entre otros. “Si me llamó la atención de San Sebastián la cantidad de gente grande que vive allí”, confirma la periodista Blanca María Monzón, agregando que: “la atención a la prensa es excelente. Tenían detalles de atención que eran formidables. Estaba buenísimo ir allí”. Concurrimos a San Sebastián invitados por Signis (la antigua Ocic), para formar parte de su clásico jurado que, junto con el de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, son dos de los históricos jurados que todos los grandes festivales tienen casi desde un comienzo. Sorprende singularmente que el jurado Signis sea casi ignorado por la organización, pero la calidez de la bienvenida en la Residencia Sagrado Corazón de los jesuitas marcó la diferencia. El diálogo con veteranos jesuitas retirados que allí viven en comunión también con sus recuerdos fue una experiencia añadida a la del festival que vale para una película en sí misma. Aunque sorprenda, el precioso y céntrico edificio donde habitan ante fue una gran sala de espectáculos llamada Teatro Circo, así como el Casino Republicano y el diario liberal La voz de Guipuzcoa. Dos señoras adquirieron el local que ofrecieron a los jesuitas, instalándose en 1898 y colocando la piedra fundamental de la Iglesia contigua a fines de 1902. Tan sólo uno de los muchos rincones históricos de una ciudad emblema de cultura y durante diez días, también de buen cine.
*crítico cinematográfico, profesor universitario y
periodista cultural, miembro del jurado Signis de la 66 edición del Festival de
San Sebastián 2018 e integrante de la Aepreci